jueves, 13 de octubre de 2011

Lo que me gustaría votar (I). Decrecimiento


(Publicada en L'Informatiu el 13 de octubre de 2011. Ver aquí)


Quedan algo más de cinco semanas para las elecciones generales. A estas alturas todavía no tengo claro a quién votaré, aunque tengo meridianamente claro a quién no lo haré. También tengo bastante claro lo que me gustaría votar, cuáles son las propuestas que me gustaría respaldar con mi voto, algo que todavía no deben tener demasiado claro los partidos políticos que apuran el tiempo definiendo sus programas electorales (en muchos casos, mejor sería llamarles programas publicitarios). 


Como su propio título indica, esa columna tiene vocación de continuidad en las próximas semanas. No pretendo esbozar un programa electoral por fascículos, entre otras cosas porque no me presento a ningunas elecciones. Simplemente compartir algunas reflexiones acerca de los rasgos clave de la propuesta política a la que me gustaría poder apoyar.


Para empezar seré poco original y comenzaré por la economía. Aun siendo el elemento central de esta campaña electoral, y existiendo diferencias sensibles en las propuestas apuntadas por los distintos partidos políticos, apenas he escuchado voces que incorporen como eje central una propuesta que contaría con todas mis simpatías: la apuesta rotunda por el decrecimiento económico. Incluso en partidos de izquierda (categoría de la cual excluyo por motivos evidentes al PSOE), se escuchan voces recurriendo al tópico de que es necesario crecer para crear empleo.  


Debiera parecer obvia la contradicción de un sistema basado en el crecimiento ilimitado en un contexto de recursos limitados. Aunque también debiera parecer obvia la perversidad de un sistema que compatibiliza sin demasiado rubor el excedente de viviendas vacías con las dificultad de miles de familias para encontrar una vivienda digna, o que convive con normalidad con el hambre cuando hay alimentos suficientes para que nadie sufriera la carencia de alimentos.


Los antecedentes de la teoría del decrecimiento se sitúan en la obra de Nicholas Georgescu-Roegen (La ley de la entropía y el proceso económico, 1971), en los primeros años setenta, pero fue en Francia en los años noventa cuando teóricos como Serge Latouche (la editorial Icaria ha publicado en España algunas de sus obras) impulsaron este concepto, que ha llegado a España de la mano de determinados movimientos sociales. Mirando más cerca, uno de los intelectuales que ha escrito sobre estas cuestiones es el catedrático de sociología de la Universitat de València Ernest Garcia (El trampolí fàustic: ciència, mite i poder en el desenvolupament sostenible, 1995, es sin duda una de las referencias indispensables en materia de desarrollo sostenible).


Las propuestas de decrecimiento económico sugieren un nuevo modelo de consumo, recogiendo entre otras las propuestas de Ernst Schumacher (Lo pequeño es hermoso, 1973) de maximizar el bienestar reduciendo el consumo. Propuestas no lejanas en absoluto a las del sumak kawsay de los indígenas kichwas ecuatorianos o el suma qamaña de los aymaras bolivianos, ambas traducibles como “buen vivir” o “vivir bien”, aunque -en mi modesto entender- estas últimas superan las distintas propuestas de desarrollo, al partir de una cosmovisión indígena en la que no existe el concepto de desarrollo como proceso lineal. Sobre estas últimas, además de las reflexiones y escritos que nos llegan de Abya Yala, también podemos encontrar lecturas cercanas como las del ex catedrático de la Universitat d’Alacant Jose María Tortosa (Maldesarrollo y Mal vivir, 2011). 
Es mucho lo reflexionado sobre esta cuestión. Sin ir más lejos, hace algo más de un año tuvo lugar en Barcelona la Segunda Conferencia Internacional sobre Decrecimiento Económico. Y mucho lo escrito. Y sin embargo, ¿a cuantos representantes políticos han escuchado hablar sobre esta cuestión? ¿Cuántos minutos de tertulias radiofónicas o televisivas? ¿Cuántas páginas en la prensa? Tengan en cuenta que existen propuestas políticas para las próximas elecciones que tampoco disfrutan de muchos minutos ni páginas.


Por último, un comentario sobre el que insistiré en las próximas semanas. Nada más lejos de mi intención que decirles a quién votar. Ni siquiera pretendo insinuárselo. Pero si me atrevo sin ningún remordimiento a sugerirles insistentemente que lo hagan, que voten. No les votes, pero vota. Cualquier otra opción les favorece.  

1 comentario:

  1. Hola Javier, quizás por ser amigo pero si lees un librito de Riechman titulado "Todo tiene un límite" veras que entre los precursores esta el amigo Jorge. Este librito, de los de leer en el tren, no es una propuesta de decrecimiento pero no es posible no inferir la propuesta de su sugerente lectura. El texto tiene un par de lustros cuando menos y, entonces, Jorge que es amigo de Naredo estaba como el en la sostenibilidad mediante la eficiencia (lo cual implicaba respetar los límites del planeta y huella ecológica de indice 1. Hoy ya sabemos que el límite de ecoeficiencia esta sobrepasado y -descontando la injusta distribución- esta ya la media global de huella ecológica en 1,25 (entre 3 y 5 en los paises más "desarrollados". Con ello han tenido que pasarse con armas y bagajes al decrecimiento casi "radikal" (si entendemos por radikal el de Carlos Taibo)

    ResponderEliminar