miércoles, 6 de julio de 2011

Por una Asamblea Constituyente

(Publicada en L'Informatiu el 6 de julio de 2011. Ver aquí)

Esta tarde la Fundación CEPS en el marco de su ciclo de debates, organiza uno con el título “Por una Asamblea Constituyente”. El momento sin duda es oportuno pero el interés de CEPS por este tema no es nuevo. En diciembre pasado organizaban las III Jornadas sobre el nuevo constitucionalismo americano. Son algunos años, por tanto, los que esta Fundación lleva promoviendo una reflexión sobre la oportunidad de una nueva Constitución, recogiendo los aportes de las experiencias constituyentes de América Latina, cuando eran pocas las voces en el estado español que insinuaban si quiera esta posibilidad. 

No es necesario recurrir a la hemeroteca, basta con tener algo de memoria, para recordar que el discurso homogéneo y hegemónico en este país ha sido el de la sacralidad de nuestra Constitución. La norma suprema del ordenamiento jurídico español ha sido utilizada incluso como una línea roja entre la decencia y la antidemocracia. Adjetivos como “demócrata” y “constitucionalista” han sido utilizados con frecuencia como cuasi sinónimos.

Haciendo un poco más de memoria podríamos recordar como se dio el parto de la actual Constitución, la que dio a luz en 1978. Una criatura concebida por siete padres, los conocidos como Padres de la Constitución. Es como poco curioso que las mismas personas a las que les produce alergia la posibilidad de que una criatura sea educada por dos padres varones, no tengan reparo en elevar a los altares otra criatura creada por siete varones, sin la participación de ninguna madre. Si hubiera tenido madres, sin duda tendríamos un texto distinto.

Es cierto que el texto parido por estos siete varones fue posteriormente debatido y aprobado por el Congreso y el Senado y sometido a referéndum. La participación de las y los ciudadanos se limitaba por tanto a elegir entre el SI a todo, o el NO a todo. 

No hace falta ser un experto constitucionalista para descubrir que los recientes procesos constituyentes en América Latina superan de lejos en calidad democrática al nuestro. Tomemos como ejemplo el caso ecuatoriano. Entre noviembre de 2007 y julio de 2008, 130 asambleistas de los cuales 45 eran mujeres (ratio sin duda mejorable, pero en todo caso superior a la del caso español) sesionaron alrededor de diez mesas temáticas. Durante esos siete meses Montecristi, lugar donde se ubicó la Asamblea Constituyente, fue un hervidero de académicos, intelectuales, organizaciones sociales, ciudadanas y políticas realizando aportes y propuestas para ser debatidos. Como resultado, una de los textos constitucionales más avanzados en el que, por ejemplo, se recogen derechos colectivos de los pueblos indígenas y derechos del medio ambiente. 

Pero no hace falta irse tan lejos. Tras la llamada revolución islandesa (proceso absolutamente silenciado por los medios de comunicación y desinformación españoles) el pasado mes de noviembre se eligieron 25 ciudadanos, de los cuales 10 son mujeres, para redactar una nueva constitución. En este caso el hervidero del Montecristi ecuatoriano se ha sustituido por un hervidero virtual. A través de las redes sociales la ciudadanía islandesa y sus expresiones organizadas están haciendo llegar aportes y los están discutiendo. 

Son sólo dos ejemplos de cómo pueden hacerse las cosas de otra manera. Va siendo hora de que tomemos nota. 

PD forgesiana: No te olvides de ACSUD Las Segovias.

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