domingo, 24 de noviembre de 2013

Carta a Rafael Hernando

Señor Rafael Hernando,

He tenido la oportunidad de escuchar su intervención en un canal de televisión (propiedad, por cierto de la Conferencia Episcopal Española) en la que afirma, en referencia a quienes luchan por encontrar a las víctimas de la dictadura franquista, que "algunos se han acordado de su padre cuando había subvenciones para encontrarlo".

Intervención de Rafael Hernando en 13TV, canal de la Conferencia Episcopal Española.

Puede que haya quien, al escucharlo, haya deseado que el día que fallezcan sus progenitores (si todavía están vivos), acaben enterrados en una cuneta para que usted no pueda llevarles flores el primero de noviembre. Yo no se lo deseo. Yo espero que sus padres descansen en paz en el lugar que usted y los suyos decidan. 

Mis dos abuelos lucharon en la guerra civil por defender la legalidad republicana contra los que se sublevaron contra el orden constitucional. Afortunadamente los dos salieron vivos de la contienda, aunque uno de ellos pasó una temporada entre rejas, y ambos arrastraron de por vida consecuencias en su salud. Ambos sobrevivieron a la dictadura, y tuve la oportunidad de conocerlos a ambos, y conozco el lugar en el que están enterrados.

Otros no tuvieron tanta suerte. Miles de compatriotas suyos todavía no pueden acercarse a dejar unas flores a sus familiares. Los mataron por luchar por unos derechos que ahora, décadas después, el gobierno de su partido nos está arrebatando. Y los enterraron quien sabe dónde. 

Dice su biografía que siendo bien joven se sintió usted atraído por la política y por la figura de Manuel Fraga Iribarne, ministro de la dictadura y responsable de la muerte de otros compatriotas suyos. Compatriotas que también lucharon por unos derechos que ahora, décadas después, el gobierno de su partido nos está arrebatando.

Tal vez esté en su ADN político eso de arrebatar derechos a sus compatriotas. Y tal vez le parezca justo que los restos de los que lucharon por defender esos derechos reposen en una cuneta. Y que sus familiares sigan penando por sus pecados, por el pecado que cometieron sus antepasados por haber intentado construir un país mejor. 

Y a pesar de todo, señor Hernando, hay un par de cuestiones en las que estoy de acuerdo con usted.

En varias ocasiones le he escuchado justificar la situación miserable a la que usted y sus colegas de partido están llevando a este país en la "herencia recibida". Y en eso estamos de acuerdo. Es inexplicable la situación que vivimos sin analizar la herencia recibida por cuatro décadas de dictadura franquista, la que mantuvieron sus ancestros ideológicos. Es imposible entender que gente como usted pueda decir las barbaridades que dice si no entendemos que los suyos ganaron la guerra, y tutelaron la transición.

En otras tantas ocasiones le he escuchado defender con entusiasmo que las víctimas del terrorismo merecen todo nuestro respeto y nuestro apoyo. Usted se refería, por supuesto, a las víctimas del terrorismo de ETA. Yo creo que también las víctimas del terrorismo franquista se merecen todo nuestro respeto y nuestro apoyo. Y merecen descansar en paz en el lugar que su familiares decidan.

Puede, señor Hernando, que haya quien al escucharlo haya deseado que el día que fallezcan sus progenitores, acaben enterrados en una cuneta para que usted no pueda llevarles flores. Yo no se lo deseo. Yo creo que incluso gente miserable como usted tiene el derecho de poder llevarles flores cada primero de noviembre a los suyos.

Atentamente.

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