domingo, 24 de febrero de 2013

Actores, actrices, publicidad y medios

Hace una semana, en la gala de los Premios Goya, la actriz Maribel Verdú aprovechó la recogida del premio a la mejor actriz para solidarizarse con “todas esas personas que han perdido sus casas, ilusiones, futuro, hasta sus vidas por culpa de un sistema quebrado, injusto y obsoleto”. Sobre eso escribí en este mismo blog, valorando positivamente la actitud de la actriz. Sobre eso mismo escribió el periodista Íñigo Sáenz de Ugarte en Eldiario.es contraponiendo el video de la recogida del premio Goya con un vídeo de una campaña publicitaria para una compañía facilitadora de servicios financieros protagonizado por la propia Maribel Verdú.

El post del periodista Sáenz de Ugarte ha generado tanta polémica que la defensora de la comunidad de Eldiario.es, Olga Rodríguez, ha analizado la cuestión en el propio diario. De todo lo escrito por Olga Rodríguez, me quedo con el último párrafo: “como me dijo un activista egipcio cuando estallaron las revueltas árabes de 2011, «si para impulsar el cambio solo pueden participar los que llevamos años haciéndolo, nos quedaremos solos y fracasaremos de nuevo».

No me parece inapropiado que el periodista Sáenz de Ugarte escribiera lo que escribió. Tan alabable me parece el gesto de Maribel Verdú solidarizándose con las víctimas de un sistema quebrado, injusto y obsoleto como criticable que en su momento se pusiera al servicio de un instrumento de ese sistema injusto y obsoleto. Pero siguiendo las palabras del activista egipcio, bienvenida sea la Verdú a la senda de los que apestan por impulsar el cambio. Cosa distinta sería que tras sus palabras en los Goya volviera a protagonizar una campaña publicitaria parecida. Eso me resultaría de una incoherencia difícilmente justificable.

Más peliaguda me parece la cuestión, también recogida en el artículo de Olga Rodríguez, de la publicidad que acoge Eldiario.es, asunto abordado a raíz de los comentarios críticos de algunos lectores y lectoras. La línea argumental con la que se defienden tanto el director del diario -Ignacio Escolar- como el subdirector -el propio Sáenz de Ugarte- es clara: un medio profesional tiene que pagar a sus profesionales, los costes no se pueden asumir únicamente con lo que pagan los lectores y por ello hay que recurrir a la publicidad, y el límite se establece en que la publicidad no “compre” los contenidos informativos.

La línea argumental me parece rotunda. Estoy de acuerdo en que los profesionales cobren -incluso en que cobren bien-, soy consciente de que lo que pagan los lectores no alcanza, y no soy un firme opositor a la publicidad en sí misma. En lo que difiero es en el último argumento, el del límite. Según Escolar y Sáenz de Ugarte el límite está en que los anunciadores no intenten influir en los contenidos del medio.

Volviendo al caso de la Verdú, la analogía sería evidente. Ningún problema en que haga anuncios para entidades financieras que desahucian siempre que no le impidan luego criticar a esas mismas entidades financieras. Ningún inconveniente en ofrecerse al servicio de los responsables de un sistema injusto y obsoleto, siempre que no te censuren luego el que puedas decir lo malos que son.

Sinceramente, no puedo estar de acuerdo con los criterios de Escolar y Sáenz de Ugarte. El problema no es la publicidad, sino qué publicidad. ¿Dónde se establece el límite? ¿No hay inconveniente en publicitar a las entidades financieras que desahucian a ciudadanos y ciudadanas honrados? ¿No habría inconveniente en publicitar a las multinacionales españolas del sector energético que están arrasando la amazonía y exterminando a los pueblos indígenas que la habitan? ¿No habría tampoco problemas en aceptar publicidad de una campaña de lavado de imagen de algún dictador genocida?

No hay comentarios:

Publicar un comentario