miércoles, 20 de julio de 2011

Volviendo a las clases

(Publicada en L'Informatiu el 20 de julio de 2011. Ver aquí)

Este señor está bobo, pensarán estudiantes y docentes, padres y madres, cuando lean el título de la columna. Volver a las clases a mitad de julio, precisamente cuando empiezan las vacaciones para muchos. Y no será extraño que piensen así. Si uno tira del diccionario de la RAE, la tercera, cuarta, quinta y sexta acepciones de la palabra clase tienen que ver con el ámbito educativo. Únicamente la novena acepción refiere a la clase social, definiéndola como el conjunto de personas que pertenecen al mismo nivel social y que presentan cierta afinidad de costumbres, medios económicos, intereses, etc. 

Pero no sólo es en el diccionario donde está relegada esta acepción de la palabra clase. Las clases sociales también desaparecieron del discurso político. Es notable e ilustradora la anécdota que cuenta el profesor Vicenç Navarro de su época como asesor de un político socialdemócrata español. AL hacer una referencia a las clases sociales (costumbre de agradecer en la que sigue empeñado en todos sus escritos), un periodista le acusó de anticuado por hacerlo. “La ley de gravedad es muy antigua pero no es anticuada, y si lo duda, salte de un cuarto piso y lo verá” contestó el profesor.

Las clases sociales desaparecieron también de los discursos de los medios de comunicación y desinformación. Ya no existen clases sociales. La clase trabajadora desapareció para convertirse en clase media. No deja de ser significativo que la propia Belén Esteban hablara en un programa de televisión de sus orígenes de clase media, tras afirmar que su madre limpiaba escaleras y su padre era pintor (de brocha gorda). Desapareció también la burguesía. Ahora la llaman mercados. El cambio de nomenclatura no es baladí. Una clase social es un conjunto de personas. Si se habla de mercados pareciera que se referencia un espacio etéreo, detrás del cual no hay personas concretas a las que exigir responsabilidades. 

Las clases sociales están relegadas en el diccionario y desaparecidas del discurso político y mediático. Resulta paradójico que en el momento histórico en el que la riqueza está más concentrada en pocas manos, en el que hay más desigualdades sociales, el discurso sobre las clases sociales haya desaparecido. Parafraseando a Francis Fukuyama, pareciera que no sólo llegó el fin de la historia, también el fin de las clases. 

Y es que las clases sociales desaparecieron también de las clases (ahora sí, en su acepción educativa). Las clases sociales dominantes, las que se cuidan muy mucho de autodenominarse como tales pero mantienen una clara conciencia de que lo son (algo que no sucede con la clase trabajadora), tuvieron claro desde hace décadas que una de las principales batallas a ganar era la del sistema educativo. Y lo consiguieron. Sólo hace falta una mirada al mapa escolar y al peso de la educación pública, frente a la privada y la concertada. 

Por eso, ahora que terminaron las clases y llega el verano, date un tiempo para leer. Si me permites una recomendación, te sugiero un clásico de Marta Harnecker que tres décadas después de su publicación sigue teniendo vigencia: “Clases sociales y lucha de clases”. 

PD forgesiana: No te olvides de ACSUD Las Segovias. 



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