domingo, 15 de abril de 2012

¿De mayor? Delincuente.


(Publicada en L'Informatiu el 12 de abril de 2012. Ver aquí)

En unos meses andaré de aniversario. Cumpliré veinte años, la mitad de mi vida, vinculado al mundo de la cooperación internacional. Durante muchos años, como militante. Desde hace más de una década, sin abandonar la militancia, también como manera de ganarme las lentejas y pagar las facturas. 

No son buenos tiempos para ejercer en este sector. Y no hay previsiones de que la cosa mejore, empeñados como están nuestros gobernantes en erradicar lo que costó décadas construir. Con este panorama, no han sido pocas las ocasiones en las que a preguntas de las amistades he afirmado estar pensando en lo que voy a ser de mayor. 

Ahora ya lo tengo claro. ¿De mayor? Voy a ser delincuente. Y no es que esté pensando en dedicarme a atracar bancos. He de reconocer que, aunque visto el comportamiento de las entidades financieras, esa actividad podría rozar incluso en la justicia social, me falta espíritu emprendedor. 

Pero vistas las intenciones del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, creo que me quedan pocas opciones. Cuenta la prensa que el señor pretende incluir como delito de atentado a la autoridad “la resistencia pasiva o activa grande”. ¡Si Mahatma Gandhi resucitara en España, daba con sus huesos en la trena! 

A riesgo de ponerme pesado, no me queda otra que insistir en el proceso de “latinoamericanización” que estamos sufriendo en España. Si hace dos semanas lo hacía en referencia a la reforma laboral, procede ahora hacerlo en relación a la consideración desde el poder de la protesta como acto de “subversión”. A uno le da por pensar que nuestros gobernantes duermen con un manual del Proceso de Reorganización Nacional argentino como libro de cabecera.

Las declaraciones de hace una semana del conseller de Interior catalán, Felip Puig, fueron nítidas. Hay que endurecer el Código Penal “para que haya más gente que tenga más miedo al sistema”. 
  
Políticas económicas radicales que apuntan a desmontar el incipiente Estado del Bienestar: la línea roja de la educación y la salud superada ante el anuncio de un recorte de 10.000 millones de euros. Criminalización de la protesta orientada a meter el miedo en el cuerpo. Y de postre, un obispo arremetiendo contra putas y maricones (si no la han leído ya, les sugiero que no se pierdan la columna del maestro Rambla. No hace falta más, señor Puig. Su sistema, el de los suyos, ya da realmente miedo.

Si ellos parecen aprendices de los gobernantes latinoamericanos de pasadas décadas, nosotros, nosotras, los que sufrimos sus políticas también tenemos de dónde aprender. Las luchas y resistencias de los pueblos de Abya Yala, sin duda, pueden ser una buena fuente de inspiración.

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