jueves, 24 de noviembre de 2011

¿Contradicciones?

Mi amigo Juan E. Tur escribía ayer en el diario que dirige un artículo que titulaba "Contents a mitges" en el que, en resumidas cuentas, venía a afirmar que la coalición Compromís había dado un paso histórico -al conseguir representación parlamentaria en Madrid-, pero que habría perdido impulso respecto a lo logrado en las pasadas elecciones autonómicas. Apuntaba además, sin citar las fuentes, que en el seno de la propia coalición había valoraciones distintas sobre los resultados obtenidos.

Con Tur he hablado en varias ocasiones, al calor de unas cervezas, sobre los aciertos y errores de Compromís. También sobre las vicisitudes de Esquerra Unida. Y sobre otras tantas cosas. Y no siempre estamos de acuerdo. Pero en ninguna ocasión, que yo recuerde, hemos llegado a tirarnos los trastos a la cabeza. Algo que hacen, sin reparos, algunas de las personas que han comentado en el propio diario digital esta noticia. Y los trastos no solo vuelan en dirección a la cabeza de Tur (que también). Vuelan de manos de (supuest@s) militantes y/o simpatizantes de Iniciativa a las cabezas de (supuest@s) militantes y/o simpatizantes del Bloc, y viceversa. 

Y lo hacen con unas formas que lo convierten en un espectáculo tan poco edificante como el que dieron en twitter gentes de Compromís y de Equo-Castilla la Macha a raíz de sus (supuestas) divergencias en torno a la política de trasvases poco antes de las elecciones generales. O el que dieron tiempo atrás las gentes de Iniciativa y las del PCPV y que terminaron con su, entonces, coalición electoral. O los que se dan, ahora sí, ahora también, en el seno de Esquerra Unida.

He de decirles que tengo cierta afición malsana a leer los programas electorales. Y revisados todos los de las fuerzas políticas mencionadas, la lista de similitudes es mucho mayor que la de las divergencias. Pero ahí siguen, dándose leña unos a otras, y viceversa. Y algo ganaríamos si al menos la leña fuera dialética, en el mejor sentido de la palabra. Ojalá fueran capaces de sentarse (los líderes y sus bases) a discutir, a intercambiar, a opinar, a pelearse, pero también a construir. Porque mientras tanto, la partida sigue en juego, y no sólo pierden ellos y ellas. Perdemos todos y todas.

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