Sigue vivo

Sigue vivo. Y va camino de cumplir tres meses. En los primeros días en las plazas, eran muchas las personas que apostaban que no duraría mucho más allá de las elecciones municipales del 22 de mayo. Pasaron las elecciones, y fueron muchas las personas que apostaron que no durarían más de un mes. Pasó el primer mes y muchas personas afirmaron que no superaría el verano. Termina la primera semana de agosto, y el movimiento 15M sigue vivo. ¿Alguien se atreve a seguir apostando sobre el futuro de este movimiento?

La sucesión de apuestas fallidas es una prueba irrefutable de lo complejo de hacer pronósticos, especialmente cuando tienen que ver con fenómenos novedosos. Y el movimiento 15M es un fenómeno absolutamente novedoso en España. Por primera vez en la historia contemporánea de este país miles de personas salen a la calle sin que detrás se encuentre ningún partido político, sindicato o confesión religiosa.

He oído y leído algunos análisis más o menos razonables acerca de las condiciones del contexto en las que ha nacido este movimiento. También algunos otros sobre los aciertos del movimiento que han contribuido a que después de doce semanas de lucha, el movimiento siga teniendo fuerza y una valoración social mayoritariamente positiva. Pero no he leído ni oído a nadie que se aventure a hacer pronósticos que me resulten razonables acerca del futuro de este movimiento y de los logros que pueda alcanzar.

Creo que nos encontramos en un momento histórico especialmente delicado. Tengo la certeza de que no estamos viviendo una crisis cíclica más. Estamos asistiendo a una vuelta de tuerca al sistema. Una vuelta de tuerca de los poderes hegemónicos en un proceso histórico de concentración de la riqueza y el poder. Una vuelta de tuerca que pretende no tener vuelta atrás. 

Los síntomas de la enfermedad son graves. El paciente tiene una salud delicada. Y mire por donde mire, tengo la sensación de que la única medicina posible está en manos de los miles de personas que han asumido que esa vuelta de tuerca es intolerable, y han salido a la calle para apropiarse del espacio público.