viernes, 6 de enero de 2012

El año antes de…

(Publicada en L'Informatiu el 5 de enero de 2012. Ver aquí)

Personalmente recordaré el año que termina, entre otras cosas, por ser el año que comencé a escribir una columna semanal en l'Informatiu. Fue el veinticinco de mayo y la titulaba con un interrogante: ¿Servirá de algo? Me refería entonces a las concentraciones que habían comenzado apenas diez días antes en distintas ciudades del estado español.

A casi ocho meses vista se puede comenzar a hacer un balance. Y creo que han servido de mucho. Sirvieron para que algunos, algunas, perdieran la inocencia. Sirvieron para que otros, otras, ganaran la esperanza. Sirvieron también para recuperar algunas rebeldías dormidas, para poner en contacto indignaciones dispersas, para ganar espacios perdidos, para alimentar dignidades necesarias.

Circula por los espacios de mi memoria el último libro leído. Y aprovecho señor director para agradecerte, entre tantas otras cosas, por esa estupenda costumbre de compartir la lista de lecturas pasadas inspirando en las amistades la lista de lecturas futuras. El día antes de la felicidad, se llama. El autor, el napolitano Erri de Luca, es hijo de la indignación del sesenta y ocho, la que lo condujo a incorporarse al grupo Lotta Continua. Apropiado el nombre. La lucha es continua o no es lucha. Nada empieza desde la nada y haríamos un flaco favor a las luchas presentes y a las futuras si no recuperamos la memoria de las luchas pasadas.

Entre las que creo que pasaron, no puedo olvidar la lucha de esa panda de locos y locas que mantuvieron la dignidad de un petroglifo hasta sus últimas consecuencias. Lucha pasada que sin duda alimentará rebeldías futuras en las que el camino nos volverá a cruzar irremediablemente.

Tampoco puedo, tampoco quiero, olvidar en esta primera columna de este nuevo año a los que estuvieron, a las que estuvieron, para acompañar en las pequeñas luchas cotidianas, esas que es necesario ganar a diario para poder enfrentar las luchas del medio y largo plazo.

Vuelvo al libro que sigue circulando por los laberintos que conectan mis neuronas y sueño con que el título sea inspirador. Ya sabemos como fue el año que pasó, Pero no sabemos como serán los que vienen. Pasará el tiempo, es lo único seguro, y la distancia nos hará pensar en el dos mil once como el año antes de…

Y eso está en nuestras manos. Y en nuestros corazones. En los de los que salieron a las plazas y en los de los que no salieron. Está en nuestras manos y en nuestros corazones el seguir perdiendo la inocencia y seguir ganando la esperanza. Seguir recuperando rebeldías dormidas, poniendo en contacto indignaciones dispersas, sumando nuevas rebeldías e incorporando indignaciones jóvenes y no tan jóvenes. Seguir ganando espacios perdidos y alimentando dignidades necesarias.

Está en nuestras manos y en nuestros corazones que dentro de unos años, cuando volvamos la vista atrás, recordemos el dos mil once como el año antes de la alegría.

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