jueves, 22 de diciembre de 2011

Carta a ¿qué reyes magos?

(Publicada en L'Informatiu el 21 de diciembre de 2011. Ver aquí)


Hace muchos años que comenzaron mis desilusiones monárquicas. Debía andar el borbón celebrando sus primeras cuatro décadas cuando una necesidad miccional de media noche me reveló que quienes comían los polvorones y bebían el vino dulce que mi hermano y yo dejábamos preparados para reyes y pajes eran papá y mamá. Desapareció así, de un plumazo, y gracias a la incontinencia nocturna, la posibilidad de escribir una carta de deseos con destinatarios reales.


Años después, leí una biografía de Juan Carlos Alfonso Víctor María de Borbón y Borbón-Dos Sicilias editada por Txalaparta, cuyo título no acierto a recordar, que me desveló que las andanzas que ahora nos detalla la prensa sobre el ex jugador de balonmano más famoso de la historia patria son niñerías de aficionado al lado de las que jalonan la vida de su todavía suegro. Segunda posibilidad perdida de escribir una carta de deseos con destinatario real.


Más o menos por la misma época, atendiendo a aquello de que el rey reina pero no gobierna, pensé durante un tiempo que, dado que nuestra constitución afirma que los partidos políticos son instrumento fundamental para la participación política, tal vez los destinatarios de mi carta de deseos debían ser los gobernantes. Lo intenté en cada proceso electoral, y lo sigo intentando aunque cada vez con menos fe. Estos reyes electos parecen no entender la carta de deseos que les envío cada cuatro años.


Seguía pasando el tiempo cuanto descubrí que a los gobernantes les pasa algo parecido a lo que le sucede al borbón. Que reinan, pero no gobiernan. Resulta que ahora las verdaderas majestades son los reyes del mercado. He pensado seriamente en escribir la carta de deseos de este año a los verdaderos reyes. Gracias a Jordi Évole he descubierto que sus majestades tienen oficina en Madrid, para ser precisos en la calle María de Molina nº 6-5ª. Pero voy aprendiendo con el paso del tiempo, y dudo que mis deseos vayan a ser satisfechos por estos nuevos reyes.


Así que voy llegando a la conclusión de que el problema de mi carta de deseos es un problema de diccionario. Siempre nos dijeron que la carta de deseos tenía que tener destinatarios reales, pero elegí mal la acepción de la palabra. Me quedé con la segunda en el diccionario de la RAE (perteneciente o relativo al rey o a la realeza) cuando tenía que haber elegido la primera (que tiene existencia verdadera y efectiva). No entendí bien lo que descubrí aquella noche de incontinencia urinaria. La única manera de que se cumplan los deseos es enviar la carta a los papás y mamás. A todos los papás y mamás. Voy a ello.


Queridos papás y mamás. Mi carta de deseos de este año es breve. Solamente quiero pediros que en los tiempos que corren, esos que nos dicen que son de crisis, pero que nosotros sabemos que son de expolio, incluyamos en el lote de regalos para nuestros seres queridos una coctelera y unas botellas para que se preparen un buen trago. Os sugiero una botella de dignidad. Suele encontrarse en un pack junto con otra botella de una cosa llamada memoria. Os sugiero también un buen frasco de rebeldía. A ser posible de los de tamaño XXL. Por último, nos olvidéis incluir un botecito de esencia de alegría. No creo que sea necesario añadir la receta del cóctel. Simplemente agregar todos los ingredientes en cantidades generosas, y eso sí, beber siempre en compañía, cuanto más amplia y más organizada, mejor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario