miércoles, 25 de mayo de 2011

¿Servirá de algo?

(Publicada en L'Informatiu el 25 de mayo de 2011. Ver aquí)


¿Servirá de algo? ¿Hasta cuando durará? ¿Conseguirán cambiar algo?

Estas y otras preguntas circulan sobre las concentraciones que arrancaron la noche del 15 de mayo y que se han extendido por distintas ciudades del estado español, incluso de otros países en Europa y América Latina. Circulan por Facebook y por Twitter, pero también en conversaciones con amigos, en el café de media mañana con compañeros de trabajo, en la comida familiar del domingo. No tengo respuestas. Lo que tengo es muchas dudas sobre las preguntas formuladas. ¿Desde qué concepción de “utilidad” lo hacen quienes se preguntan si servirá de algo? ¿Qué es lo que esperan que cambie aquellos y aquellas que se preguntan si conseguirán cambiar algo?

Una de las acusaciones recurrentes en los medios de comunicación hacia las concentraciones es aquella de que tienen reclamos pero no propuestas. No es del todo cierto que no tengan propuestas pero, en todo caso, ¿por qué tendrían que tenerlas? ¿Dónde está escrito que un grupo de personas hartos de que les tomen el pelo no pueden salir a la calle únicamente a protestar por lo que no les gusta? ¿Dónde está escrito que para poder protestar se ha de presentar un pliego de propuestas para cambiar aquello contra lo que se protesta?

Esta última semana he pasado en varias ocasiones por la rebautizada como Plaza Quince de Mayo. He visto a un señor que rondaría los sesenta contarle a un grupo de jóvenes que no alcanzaban los veinte como eran las asambleas en las que él participaba hace treinta años. He visto a una joven treintañera compartir con un grupo de señoras rondando la cincuentena su experiencia en una asociación de consumo agroecológico. He visto a un grupo de edad heterogénea, entre los dieciséis y los setenta, discutir sobre la actual ley electoral. He visto a una joven boliviana explicarle a un grupo de valencianos y valencianas cómo se dio el proceso de asamblea constituyente en su país de origen.

He visto a gentes dispuestas a compartir sus experiencias, sus saberes, sus aprendizajes. Gentes de distinta edad, de distinto color, de distinta procedencia. He visto a gentes curiosas por recibir lo que otros tienen que compartir. He visto a gentes reconociéndose en los problemas del otro, de la otra. He visto a gentes apropiándose del Ágora. Tomándola con tranquilidad. Haciéndola suya. Convirtiéndola, de nuevo, en un espacio público.

A estas alturas no tengo respuestas. No tengo claro si lograremos llegar a Ítaca. Tampoco tengo claro que la Ítaca a la que queramos llegar sea la misma para todos y todas. En todo caso no tengo duda que esta semana hemos atracado en un bello puerto. Uno de aquellos, egipcio por cierto como la plaza Tahrir, en los que Kavafis nos instaba a aprender, y aprender de quienes saben. Y en este puerto, todos sabemos cosas, y todos tenemos muchas por aprender.

No hay comentarios:

Publicar un comentario