jueves, 17 de noviembre de 2011

Lo que me gustaría votar (VI y último)


(Publicada en L'Informatiu el 17 de noviembre de 2011. Ver aquí)


Termino con esta sexta entrega la serie de columnas dedicadas a compartir algunas reflexiones acerca de los rasgos clave de la propuesta política a la que me gustaría poder apoyar el próximo domingo. En estas cinco semanas ha apuntado algunos esbozos sobre decrecimiento, internacionalismo, paz, democracia y feminismo. Sin duda son muchos los aspectos importantes que han quedado fuera y deberían de estar dentro de una propuesta política consistente.

Pero hoy quiero empezar por el final. Por esa petición con la que las cinco semanas anteriores terminé cada una de las columnas. Voten. La democracia es mucho más que votar cada cuatro años. Pero votar cada cuatro años también es una acción política, y en los tiempos que corren no podemos desperdiciar ninguna oportunidad para hacer política democrática. Y no se dejen engañar. No todos, no todas son iguales. Puede que ninguno, que ninguna nos represente del todo. Puede que ninguno, ninguna nos enamore. Puede que ninguno, ninguna, nos haga soñar. Pero no son iguales. No es lo mismo la derecha que la izquierda. Ni siquiera es lo mismo el neoliberalismo que la socialdemocracia aunque, si me lo permiten, les pediré que no miren en ninguna de esas dos direcciones a la hora de votar.

Tampoco se dejen engañar por los eufemismos, sólo pretenden esconder la realidad. Les llaman “mercados” porque no quieren ponerles nombre, pero en realidad son los poderosos de siempre. Hablan de “rescates”, pero en realidad son golpes de estado encubiertos en los que se usurpa la soberanía de los países imponiéndoles desde fuera unas políticas económicas que benefician a los mercados, o sea a los poderosos de siempre. Y si hace falta, directamente se derroca a los gobiernos, y se nos cuenta que serán sustituidos por gobiernos de concentración encabezados por presidentes con “perfil técnico” cuando en realidad se trata de perfiles profundamente ideológicos.

Permítanme darles únicamente algunas pinceladas del curriculum de Mario Monti, el nuevo primer ministro italiano, al que toda la prensa española, sin ninguna excepción, ha calificado como un “perfil técnico”. Consejero de Goldman Sachs y de Coca Cola. Presidente para Europa de la Comisión Trilateral, un potente lobby neoliberal fundado en 1972 por David Rockefeller, miembro del comité directivo del oscuro Club Bilderberg y primer presidente de Bruegel, un think tank con base en Bruselas integrado por 20 estados europeos y un puñado de multinacionales (entre las que, como no, se encuentra Goldman Sachs). A eso es a lo que llama la prensa, sin ningún pudor, un perfil técnico. Para cerrar este indigno círculo, Goldman Sachs recomienda en un informe a Mario Monti.

Insisto, no se dejen engañar. Lo que nos venden como irremediable y necesario esconde en el fondo un proyecto ideológico. Y lo que pretenden esconder es que su ideología responde a la defensa de los intereses de los poderosos de siempre.

No es una ideología nueva. El Fondo Monetario Internacional la ha venido imponiendo desde hace décadas con resultados desastrosos para las clases medias y populares de América Latina, de Asia y de África. Y esto no son afirmaciones de “radicales antisistema”. Lo relata con contundencia, entre muchos otros, el Nobel de economía y ex vicepresidente del Banco Mundial Joseph Stiglitz en su obra El malestar de la globalización. Y les garantizo que ni la Academia Sueca ni el Banco Mundial aceptan en sus respectivos clubs a radicales antisistema.

Llevo cinco semanas terminando con una recomendación. Voten. Hoy les digo algo más. Los de abajo somos más. Y los intereses de los de abajo sólo los puede representar la izquierda. Voten, pero háganlo mirando abajo a la izquierda.

2FPRH3BFM69P

No hay comentarios:

Publicar un comentario