jueves, 3 de noviembre de 2011

Lo que me gustaría votar (IV) Democracia


(Publicada en L'Informatiu el 3 de noviembre de 2011. Ver aquí)

Las valoraciones de nuestros representantes políticos de la decisión del primer ministro griego, Yorgos Papandreu, de convocar un referéndum para que el pueblo griego decida si acepta las condiciones del segundo rescate son muy significativas. 


Veamos dos ejemplos. El portavoz del gobierno, José Blanco, ha afirmado que “no es una buena decisión para Europa”. En sus declaraciones no dice nada acerca de si es una buena decisión para los griegos y las griegas. El Secretario de Estado para la Unión Europea, Diego López Garrido, ha manifestado por su parte “Absoluta sorpresa, nadie podía esperar eso”. Sin duda al que fuera dirigente de Izquierda Unida le parece menos sorprendente que se modifique la constitución española sin consultar a los españoles y las españolas.


Lamentablemente, estas reacciones no son excepcionales, sino la norma entre la mayoría de nuestros representantes políticos que consideran que el pueblo está inhabilitado para tomar decisiones sobre su futuro. En el fondo de esta actitud subyace su convencimiento de que el pueblo no está preparado para opinar –y decidir– sobre las cuestiones importantes. Para eso están ellos. 


Conviene recordar que en 1931 nuestros representantes políticos debatían acerca de si las mujeres estaban capacitadas para votar. Hizo falta una postura firme como la de Clara Campoamor, para conseguir la aprobación del sufragio universal. Ocho décadas después, parece que nuestros representantes políticos piensan que ni las mujeres ni los hombres estamos capacitados para decidir sobre nuestro futuro.


Lejos queda esta concepción de la democracia de la que querría ver incorporada en la propuesta política a la que me gustaría apoyar en las próximas elecciones: una apuesta superadora de la democracia representativa, que se acercara a la democracia participativa. Una democracia en la que el pueblo, y sus expresiones organizadas, tuvieran un papel activo en la toma de decisiones, más allá de depositar el voto en las urnas cada cuatro años. 


Es cierto que los avances tecnológicos de las últimas décadas facilitan enormemente la implementación de propuestas de democracia participativa. Pero tampoco nos llamemos a engaño. Apostar por la democracia electrónica no significa únicamente implementar el voto electrónico. El voto, si no es una decisión libre e informada, pierde buena parte de su poder. Y no podemos esperar a que esa información, necesaria para poder emitir un voto responsable, dependa de los medios de comunicación y desinformación.


Sin duda, mejorar nuestra democracia pasa por una reforma de la ley electoral que apunte a una mejor representación parlamentaria de las distintas opciones. Sin duda, mejorar nuestra democracia pasa por incorporar progresivamente mecanismos de consulta vinculantes. Pero todas estas propuestas quedan cojas si no apostamos paralelamente por mecanismos de información, de reflexión, de aprendizaje colectivo que apunten a que los procesos de toma de decisiones sean libres e informados. Y en este último ámbito, los partidos políticos de izquierdas y las organizaciones sociales tienen un papel clave del que, en mi humilde opinión, han desistido en las últimas décadas.


Como les vengo diciendo en estas semanas, no pienso sugerirles a quien votar. Pero háganlo. Voten. Y voten a una opción que apueste por una verdadera democracia.

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