domingo, 23 de octubre de 2011

Lo que me gustaría votar (II) Internacionalismo


(Publicada en L'Informatiu el 20 de octubre de 2011. Ver aquí)

Seguimos con la serie iniciada la semana pasada sobre los rasgos clave de la propuesta política a la que me gustaría apoyar en las próximas elecciones. Y permítanme que reconozca que he modificado la secuencia inicialmente prevista a raíz de una noticia publicada hace unos días en prensa de la que se hacía eco mi amigo Rafael Monterde en su recomendable blog  sobre evaluación.

El responsable de la cooperación al desarrollo de la Generalitat Valenciana, Josep María Felip, anunciaba los recortes que se vienen en la ayuda oficial al desarrollo autonómica. Según él, “los años dorados de la cooperación no son repetibles”. La pregunta inmediata es ¿a qué años dorados se refiere el señor Felip? Porque si se refiere al período en el que la cooperación autonómica valenciana ha estado en manos del tándem conformado por el propio Felip y Rafael Blasco, habría que preguntarse para quien han sido dorados esos años. ¿Tal vez para el entramado de organizaciones investigado por la fiscalía? ¿Tal vez para el propio Partido Popular que se promocionó con el 1% de las subvenciones concedidas a las ONGD? ¿Tal vez para la federación de ONGD afines favorecida desde la propia Consellería para  contrarrestar el papel de la crítica Coordinadora de ONGD de la Comunidad Valenciana?

Porque si analizamos la cantidad de recursos destinados a ayuda oficial al desarrollo, los últimos años se han caracterizado por recortes que han llevado a la cooperación valenciana a los niveles más bajos de toda España. Y si analizamos la calidad, el panorama es bastante más desalentador. Ausencia de una política con objetivos definidos y personal externalizado con unos niveles de rotación que imposibilitan una gestión de calidad son, entre otros, los elementos que han caracterizado su gestión. Lamentablemente ser valenciano y trabajar en el sector de la cooperación implica, demasiado a menudo, tener que escuchar en los países en los que se trabaja comentarios cuestionadores (siendo benevolente) sobre la no-política de cooperación autonómica valenciana.

Pero no contento con anunciar el fin de la dorada época, el señor Felip avisa que las ayudas de cooperación tendrán que ir “a los países de donde viene la emigración y así poder actuar como un freno”. Más allá de asumir que el responsable de la cooperación autonómica valenciana desconoce que en el 2011 el número de españoles que han emigrado supera por primera vez en años al de los migrantes que llegan a este país, resulta evidente que para el Partido Popular el Pacto Valenciano contra la Pobreza que firmó junto con el resto de fuerzas con representación parlamentaria, y en el que se afirma que la erradicación de la pobreza es un  imperativo ético, social, político, y económico, es papel mojado. Igual de mojado que la Ley de la Cooperación al Desarrollo de la Comunitat Valenciana que recoge en artículo 21 que el presupuesto de cooperación al desarrollo tendrá un importe mínimo equivalente al 0,7% de los presupuestos de la Generalitat, algo que ha estado muy lejos de cumplirse desde su aprobación en febrero de 2007.

Que la solidaridad internacional sea uno de los sectores más castigados por los recortes presupuestarios dice mucho de nuestros gobernantes, para los que los imperativos éticos parecen servir únicamente en tiempos de bonanza.

La solidaridad internacionalista no puede depender de los vaivenes de la situación propia. La superación de una situación internacional a todas luces injusta no puede ligarse al interés propio y al control de los flujos migratorios. En épocas de crisis, los excluidos por el sistema en el que vivimos suelen llevarse la peor parte. Recortar los recursos de cooperación es apretar el lazo que se cierne sobre su cuello. 

Y ya saben, no pienso sugerirles a quien votar. Pero háganlo. Voten. Y voten a una opción que apueste con rotundidad por el internacionalismo solidario. 

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